Navidad versus consumo

Es cierto que este comentario de formación bíblica no tiene nada, pero puede resultar iluminador para el tiempo de Adviento y Navidad.

Puede resultar para nosotros bastante sorprendente y curioso saber que en Alemania las grandes tiendas y negocios en general están cerrados los domingos. Más aún, el 1º de Diciembre del 2009, el Tribunal Constitucional alemán, que tiene su sede en Karlsruhe, emitió un fallo al respecto, puesto que como las grandes tiendas habían anunciado su intención de abrir los domingos de Adviento, las iglesias católica y protestante interpusieron una demanda ante este Tribunal Constitucional mencionado con el fin de evitar la utilización comercial de esta fiesta tan importante para el cristianismo.

El Tribunal Constitucional germano falló en favor de las iglesias recalcando la importancia del descanso dominical. Parte del veredicto dice: “El interés exclusivamente económico de los comerciantes y el interés cotidiano por salir de compras de los consumidores no son suficientes para justificar una apertura excepcional durante esos días”. Resultado: las tiendas en Alemania deberán permanecer cerradas los domingos y, en especial, los de Adviento.

¡Qué formidable ejemplo que nos muestra en la práctica en un país, que nadie calificaría como atrasado, que el avance y el desarrollo no se reducen a meros criterios económicos e índices de consumo! Más aún, el verdadero desarrollo de las sociedades tiene que ver con el desarrollo de lo propiamente humano, es decir, de aquello que tiene que ver con su interioridad. Y en tantas ocasiones, como en este ejemplo, el consumo no sólo no contribuye sino que atenta contra este tipo de desarrollo más profundo. ¡Cuántas veces los regalos, sobre todo costosos, no son sino un recurso barato (¡vaya paradoja!) para tranquilizar nuestra conciencia por no haber entregado lo que el destinatario esperaba: que nos diéramos nosotros mismos!

En el sorprendente caso comentado nos encontramos con un estado o una legislación que otorga los espacios necesarios para que la vida humana sea más humana; otra cosa es si los ciudadanos utilizan adecuadamente o no esta oportunidad, pero lo importante es que los espacios existen y están garantizados y protegidos constitucionalmente.

El tiempo de Adviento no ha de ser una época de agitación, de stress, de culto al dios consumo, sino de preparación gozosa para la llegada del regalo de la salvación. Y si no somos creyentes, es una época privilegiada para encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos. Tiempo para descubrir el tesoro de bondad y belleza que está en lo más íntimo de nuestro ser y una vez descubierto, dejarlo que aflore, que inunde nuestro ser y nos transforme cada día en mejores personas para ir eliminando todo lo de inhumano que pueda haber en nuestra sociedad.

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